¿En busca de la felicidad? -Una reflexión en la ducha
Tenía poco menos de un año
desde la última ocasión que vine a este espacio, mi espacio, un espacio que creé
como una manera de compartir mis vivencias y reflexiones con gente a quien le
resultaran interesantes o útiles, sin embargo, ahora puedo ver que en realidad
era todo parte de una catarsis personal, y esa es precisamente la razón por la
que he tomado tanto tiempo en regresar a este pasatiempo que tanto me apasiona.
El día de hoy, dentro de mis actividades diarias,
que incluyen tomar un baño en el crepúsculo, que por romántico o “inventado”
que suene, es así, debido a mi horario de trabajo y el tiempo que tomo para
entrenar en el gimnasio, llegó a mi mente una reflexión, comencé a imaginar los
detalles de un viaje que tengo planeado hacer más adelante en el año con mi
novia; a partir de eso, mi tren de pensamiento me llevó a mi pasado, me hizo
validar en donde estoy ahora mismo y en donde estaba hace dos años, tanto
emocional, como mentalmente; me di cuenta de que hace un par de años, emprendí
un viaje personal y literal que me llevó a vivir una etapa de transición que en
ese momento no entendía, me encontraba buscando llegar, sin saberlo, a donde
estoy en este momento como individuo, sin depender de nadie más que de mi para
estar contento, satisfecho y orgulloso, un poco más adelante; después de haberme
encontrado de frente conmigo mismo, de realmente explorar las motivaciones y
las razones que me llevaron a vivir lo que viví en mis 20s (ahora mismo tengo
33 años), a perdonarme y perdonar a las personas que estuvieron y ya no están;
escribí un libro, mismo que publiqué sin pensarlo mucho y por el cual se me ha
comentado que tengo mucha valentía, pues el libro ofrece una historia ficticia pero
basada en las vivencias que recién mencioné.
Ese libro, resultó ser en su momento, el
primer paso a mi intención de ser un escritor constante, no es mi idea volverme
un autor reconocido o célebre como el Marqués de Sade, o Ignacio Manuel
Altamirano, pero si pretendo que sea algo que realice de manera constante y que
mis escritos lleguen a ojos a los que les sirva y entretenga, es pues, un
anhelo real, el poderme considerar escritor, cosa que por cierto, ya hago, sin
embargo, como mencioné al inicio de este texto, tenía un poco menos de un año
desde la última ocasión que me tomé el tiempo de redactar una idea, reflexión o
texto, que no tuviera que ver con mi empleo, y ahora entiendo a qué se debió.
Justo después de ese viaje interior que me
llevó a lo más recóndito e íntimo de mi ser y el cual plasmé en forma de novela
romántica en una obra escrita, comenzó mi aventura más grande, la de vivir sin
las ataduras de mi propio ego, sin anhelar una felicidad no encontrada, sino
disfrutando cada instante de manera genuina, más allá de solo la palabra, sintiéndolo
realmente, sin necesidad de demostrárselo a nadie, incluso me salí por completo
de redes sociales y me dejé llevar por el día a día.
Durante ese periodo, tuve la oportunidad de
compartir tiempo con una pareja, con quien estoy seguro que, aunque la pasé
bien, no existió una conexión real, pero fue parte de lo que reconozco como una
etapa de transición, esa relación me hizo reflexionar sobre mis relaciones anteriores,
a las cuales de cierta forma hago homenaje en el libro que tanto he mencionado, para nada podría
decir que me arrepiento de haber estado con las personas con las que estuve en
su momento, pues todas formaron parte de un crecimiento emocional que de cierta
forma me recuerda el musical de Nine, sobre Guido Contini, un cineasta que a
través de sus relaciones con varias mujeres a lo largo de su vida, forja su
personalidad y su genio artístico, o la película de Alfie, con una temática
similar pero sin la parte musical, y es que con ninguna de ellas establecí una
conexión profunda real, justo como los personajes que ejemplifiqué, aunque en
su momento tuvieron un impacto en el camino a reconocer lo que quiero y lo que
no quiero; pero regresando a esta reflexión, después de concluir mi viaje
interior, pasé varios meses solo, sin escribir, sin la idea de tener una pareja
y como dije, dejándome llevar por el día a día, fluyendo como un río y sin
forzar nada.
Otro aspecto que explora mi libro, y que
ciertamente exploré durante lo que ahora llamo un viaje interior, fue mi carrera
profesional, pues hace dos años, me sentía insatisfecho, mi trabajo era
solamente una manera de hacer dinero para poder comer, cosa que es para mucha
gente lo normal, pero para mi eso no era suficiente, quería estar haciendo algo
que me llenara, parte de eso es la razón por la que me convertí en escritor en
paralelo a mi empleo, pero al igual que con las parejas, decidí realmente
entregarme a lo que hacía, sin pretender cambiar mi realidad, sino con la intención
real de hacer lo que estaba haciendo de la mejor manera posible, y de pronto, casi
sin darme cuenta, me encontraba disfrutando de mi trabajo.
Pasaron los días, las semanas, los meses y entonces,
un buen día de Febrero me vi en la oficina, sin desear estar en otro sitio, disfrutando
de ese presente, cuando de pronto fui invitado a una reunión con algunos compañeros,
entre los cuales estaba una mujer que había visto en varias ocasiones y que me parecía
muy atractiva, durante esa reunión, la conversación con ella fluyó
automáticamente y se creó una conexión profunda instantánea, nueva para mí en
todo aspecto, ella literalmente tomó mi mano y desde el primer día no nos hemos
soltado, vamos ya para un año de haber comenzado esa aventura; curiosamente y
como si se tratara de un efecto mariposa que jugó a mi favor, unos meses
después recibí una oferta de trabajo, y de pronto estaba ingresando a mi empleo
soñado.
El día de hoy, después de darme un baño y
haber pensado en todo lo anterior, tuve ganas de regresar a escribir, no puedo
decir que no habrán más aventuras en mi vida, en lo general la vida misma es
una aventura constante, pero puedo decir, por citar una muy famosa película, que
“este instante, este pequeño momento de mi vida, se llama felicidad”, y de eso
trata esta pequeña reflexión, pasé años anhelando algo sin saber que era, no
sabía si era una pareja o un trabajo que me hiciera sentir completo, años en los
que la máscara de tipo alegre, extrovertido y fiestero cubría una sensación de
insatisfacción muy a la Mick Jagger en la famosa canción “Satisfaction” de los
Rolling Stones, en la que precisamente se explora esta sensación, que estoy
seguro, mucha gente pasa; sin nada más que conocimiento empírico, creo que como
sociedad, actualmente, eso es efecto de la exposición que tenemos a redes
sociales en donde solamente vemos las aspiraciones de nuestros contactos e
ídolos reflejados en fotos o publicaciones curadas para mostrar algo en
específico y no realidad, cosa que encierra al imaginario colectivo en una
especie de loop de insatisfacción, pero ese es otro tema…El punto es que después
de todo lo vivido el primer año después de ese viaje interior que mencioné, en
el que realmente pude estar conmigo mismo, me aprendí a amar, aprendí a amar la
vida y mis circunstancias sin necesidad de siquiera asomarme a la vida de nadie
más, llegó a mi vida como por arte de magia, todo aquello que pensaba anhelar y
que cuando lo tenía no me producía satisfacción, pero esta vez, llegó de una
manera que me complementa y me hace realmente disfrutar de cada día: La mujer con
la que he comenzado este proceso en el que no invadimos nuestros sueños como
individuos pero nos compartimos los logros de cada uno a la par de formar los de
ambos como pareja, llegó sin buscarla, casi como si la vida estuviera esperando
a que estuviera listo, podría decir “estuviéramos listos”, pero su historia es de
ella y para ella, sin embargo, la mía ha sido una historia mejor que cualquier
otra que haya podido imaginar, en el realismo no mágico, en lo objetivo, soy
consciente que “todo puede suceder”, pero viviendo en mi presente, puedo decir
que me siento de una manera que verdaderamente me hace sentir satisfecho y
contento, algo que no había sentido antes, justo como mencioné…Por otro lado,
en el plano laboral, me encuentro como nunca antes en mi vida profesional, con
un camino bien definido, con acciones que tomo en el día a día que me hacen
reconocer mi valía, sabiendo lo que aporto como persona y como colaborador a
mis compañeros de trabajo, más allá de jerarquías y puestos, estoy construyendo
relaciones humanas dentro de una industria de la cual por mucho tiempo renegué,
y sin embargo, me encuentro verdaderamente orgulloso de trabajar en lo que trabajo,
no quiero entrar en temas debatibles sobre privilegios y diferencias sociales,
solamente cuento mi sensación desde lo emocional y lo mental a nivel personal,
pues esto es también algo grande, una reflexión importante para mí, hecha justo
después del umbral de los 30, uno que cuando cruzas se vuelve muy claro, si se
es tan afortunado como yo de haber vivido justo lo que viví en mis 20s, en mi
adolescencia y en mi niñez, pues todo me llevó a saber que aunque hay subidas y
bajadas, las cosas se acomodan eventualmente…y sí, después se desacomodan de
nuevo, pero todo es parte de una misma experiencia humana, que es única para
cada persona y que no está de más simplemente disfrutarla, al final no hay de
otra, dejar que la corriente del río nos lleve a donde toque llegar y en cada
cauce aprender a no salirse de esa corriente, por supuesto siempre haciendo
todo por no ahogarse, en otras palabras, se trata de disfrutar a consciencia
cada instante y cada etapa, no dejarse llevar, aunque sea de manera inconsciente
por lo que asumimos que es la vida de la gente que admiramos, entender que mi
vida es mía y de nadie más y el único que va a vivirla soy yo, con sus cosas
buenas y sus cosas malas, es por eso mismo que verdaderamente nadie nos puede
enseñar como ser felices, nadie nos puede enseñar como disfrutar de la vida, es
algo que cada quien tiene que entender por si mismo y ajustarse a sus propias circunstancias,
siendo feliz (no solamente intentando serlo) en cada una de las fases en las
que nos encontramos y entendiendo que cada una de ellas es transitoria.
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